Boletín
Un estremecedor caso de traición y violencia ha conmocionado a Oaxaca. Judith Vianey, enfermera del hospital «Presidente Juárez» del ISSSTE, fue encontrada sin vida después de una búsqueda incansable iniciada por sus familiares. La sospecha apuntó hacia uno de sus colegas, quien, según las investigaciones, terminó con su vida de la manera más brutal.
La última vez que se supo de Judith fue el 22 de octubre, cuando salió de su turno en el hospital. Al ver que no regresaba, sus familiares acudieron a la Fiscalía General del Estado de Oaxaca, que abrió una investigación para dar con su paradero. En las entrevistas con los agentes, «Víctor», un compañero de trabajo de Judith, negó cualquier encuentro con ella, pero las evidencias comenzaron a apuntar en su contra.
El pasado 2 de noviembre, un equipo de la Fiscalía, siguiendo las pistas recopiladas, llegó a un domicilio en Santa Cruz Xoxocotlán. La escena que encontraron dejó atónitos a los peritos: en un intento por ocultar el crimen, el presunto agresor había inhumado el cuerpo de Judith y utilizado un serrucho para desprender sus extremidades, con la intención de dispersarlas en el patio de la vivienda. La confirmación de su identidad fue un golpe demoledor para su familia y para la comunidad que la conocía y apreciaba.
Este caso ha sacudido a la sociedad, dejando una profunda sensación de impotencia y miedo. La Fiscalía ha destacado la importancia de continuar con las investigaciones para esclarecer los detalles y buscar justicia para Judith, quien, irónicamente, fue traicionada por una persona en quien confiaba, alguien que compartía su espacio laboral. En Oaxaca, el eco de su tragedia se siente con fuerza: ¿qué tan seguros estamos realmente cuando compartimos nuestro día a día con personas que apenas conocemos?
Este feminicidio representa una triste y cruda realidad en la que las mujeres enfrentan riesgos incluso en sus propios círculos. La sociedad exige justicia para Judith y un fin a la violencia que tantas vidas sigue arrebatando.